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Ver a Robert De Niro encabezando el reparto de una comedia familiar, nos trae los recuerdos de la notable Los padres de ella (2000). Pero si las comparaciones son odiosas, este caso serviría de claro ejemplo.
Exceptuando un par de gags desternillantes, el resto del metraje se pierde en “tontunas”, secuencias forzadas y momentos de vergüenza ajena. Se limita a transcurrir a buen ritmo concatenando incidentes de eficacia desigual. Además, el bienintencionado mensaje sobre las guerras que contiene el libro infantil de Robert Kimmel Smith, en el cual se ha inspirado, termina diluyéndose casi por completo.
Tras un pequeño percance, el abuelo Ed se muda a casa de su hija. Todos parecen contentos o al menos resignados, salvo Peter, quien ha tenido que cederle su habitación e instalarse en el inhóspito desván. Dispuesto a recuperar terreno, ideará todo tipo de trampas con la intención de volver a disfrutar del espacio que le ha sido arrebatado.
Se podría pensar que aquí la figura del nieto reemplaza a la del futuro yerno (el patoso Greg Focker), y desde luego la premisa se presta sobradamente a rentabilizar de forma similar el desarrollo de la historia. Sin embargo, el guion apenas se aproxima al tono hilarante esperado.
Se ha de agradecer su dinámica y sencilla estructura, que básicamente encadena trastadas y revanchas entre ambos personajes, recurriendo puntualmente a otros argumentos de relleno para no cansar. No obstante, en esa parcela algunos secundarios logran salvar sus participaciones.
Con acentuados altibajos en el sentido del humor exhibido, alcanza un tramo final excesivo y circense, rematado por un impostado cariz entrañable. Intenta compensarnos con las tomas falsas insertadas después de los primeros créditos de cierre, dando a entender que el rodaje debió de ser muy divertido.
El actor neoyorquino vuelve a encontrarse con Christopher Walken (El cazador), en una interpretación nada destacable, aunque reunirlos nuevamente apele al recuerdo de aquel film irrepetible. En esa misma línea gris se mueve Jane Seymour. Por el contrario, se desenvuelve mejor Uma Thurman en un registro poco habitual, y cumple el joven Oakes Fegley (Peter y el dragón y Wonderstruck: El museo de las maravillas).
Rebajando las expectativas puede resultar entretenida, pese a que se olvidará con facilidad.