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En Cantabria, el acoso escolar ha registrado un aumento considerable en los últimos años. Según los datos proporcionados por la Consejería de Educación, las consultas o llamadas recibidas han pasado de 80 en el curso 2017-2018 a 302 en el curso 2022-2023. Además, los protocolos activados y las situaciones de acoso confirmadas también han aumentado, pasando de 47 protocolos y 5 casos confirmados hace 5 años a 146 y 28 respectivamente. Este aumento significativo en el acoso escolar en la región refleja la necesidad urgente de medidas más efectivas para combatir este problema.
A pesar de los esfuerzos realizados por las autoridades educativas y los centros escolares, la lucha contra el acoso escolar sigue siendo un desafío. FAPA Cantabria señala que, a pesar de las medidas implementadas, las familias afectadas a menudo tienen que buscar sus propias soluciones. En muchos casos, cuando no hay una respuesta adecuada, el cambio de centro educativo se convierte en la única opción para la persona acosada. Esto subraya la necesidad de una respuesta más efectiva y oportuna por parte de las autoridades educativas para abordar el acoso escolar.
La sensibilización y la formación juegan un papel crucial en la prevención del acoso escolar. La Administración educativa está promoviendo la formación específica para el profesorado para detectar y acabar con situaciones de acoso. Los centros educativos también cuentan con planes, programas y protocolos para responder a esta necesidad. El objetivo es mejorar la seguridad de todos los miembros de la comunidad educativa, crear canales efectivos de comunicación entre docentes y alumnado, e incrementar el sentimiento de pertenencia a través de la responsabilidad compartida.
Crear un clima escolar seguro es una prioridad para la Administración educativa. Se considera indispensable para generar procesos educativos participativos, compartidos y vividos. Un ambiente seguro en los centros educativos no solo ayuda a prevenir el acoso escolar, sino que también fomenta un ambiente de aprendizaje más productivo y saludable para todos los miembros de la comunidad educativa. Sin embargo, la creación de un clima escolar seguro requiere la implicación de todos los miembros de la comunidad educativa, incluyendo a los estudiantes, docentes, personal de apoyo y padres.