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La pandemia de COVID-19, el cambio climático y la desigualdad social han creado una tormenta perfecta que está exacerbando el hambre y la inseguridad alimentaria en América Latina y el Caribe. La región, que alberga a cerca de 43 millones de personas que pasan hambre, está enfrentando desafíos significativos para abordar este problema. A pesar de ser rica en producción de alimentos, la región desperdicia el 30% de los alimentos producidos, lo que agrava aún más la situación. Además, el problema del hambre en la región no se limita solo a la falta de alimentos. A medida que aumenta el hambre, también lo hace el número de personas con obesidad o sobrepeso. Casi el 70% de la población de la región se ve afectada por este problema de salud, lo que indica que la inseguridad alimentaria no es solo una cuestión de cantidad, sino también de calidad de los alimentos disponibles.
Para abordar la situación de hambre y malnutrición en América Latina y el Caribe, los expertos coinciden en que es necesario que los Estados hagan de este problema una prioridad. Esto implica la implementación de políticas públicas que promuevan la agricultura familiar, la alimentación escolar y la educación alimentaria. Estas políticas no solo ayudarían a garantizar el acceso a alimentos suficientes, sino que también podrían mejorar la calidad de los alimentos disponibles. Además, los parlamentarios tienen un papel crucial que desempeñar en este esfuerzo. Al fortalecer el diálogo parlamentario sobre el tema del hambre, los legisladores pueden ayudar a garantizar que se tomen medidas concretas para abordar este problema. Esto incluiría la formación de frentes parlamentarios contra el hambre y la promoción de compromisos de Estado globales para abordar este problema.
Aunque la situación del hambre es preocupante en toda América Latina y el Caribe, en Haití es especialmente crítica. Casi la mitad de la población del país, es decir, 4.9 millones de personas, sufre de hambre aguda. Esta situación se ve agravada por la crisis política y social que el país ha estado atravesando durante años, así como por la violencia impuesta por las bandas armadas. La crisis en Haití no solo es un problema local, sino que se ha convertido en un problema global. Como tal, requiere soluciones globales. Esto implica un compromiso político de todas las partes involucradas, incluidos los partidos políticos, las organizaciones internacionales y los gobiernos de otros países.
Dado que el hambre es un problema global, requiere soluciones globales. Esto implica un compromiso de los Estados, pero también de la comunidad internacional. Las organizaciones internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), tienen un papel crucial que desempeñar en este sentido. Además, la cooperación entre los países puede ser una herramienta eficaz para abordar el problema del hambre. Por ejemplo, la formación de frentes parlamentarios contra el hambre puede ayudar a fomentar el diálogo y la cooperación entre los países para abordar este problema. Además, los compromisos de Estado globales pueden ayudar a garantizar que se tomen medidas concretas para abordar el hambre y la malnutrición.