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El heliotropismo es un fenómeno fascinante que permite a los girasoles seguir al sol día a día. Aunque anteriormente se creía que este comportamiento se debía al fototropismo, un estudio de la Universidad de California ha revelado que se necesitan múltiples tipos de fotorrespuestas para que los girasoles realicen su baile diario. Esto ha derrumbado las suposiciones anteriores sobre la dependencia de los girasoles a la luz solar.
El estudio también ha demostrado que las plantas jóvenes de girasol siguen la luz solar a través de distintos patrones de crecimiento. Aquellas cultivadas en laboratorio crecen principalmente durante la noche y de manera simétrica, mientras que las expuestas a la luz natural crecen durante el día en la zona este del tallo y se doblan hacia el oeste a medida que pasa el tiempo. Estos hallazgos sugieren que el baile de los girasoles es más complejo en el mundo real de lo que se había estudiado en el laboratorio.
Un aspecto sorprendente descubierto en el estudio es la capacidad de los girasoles para aprender rápidamente a seguir al sol. Cuando las plantas cultivadas en laboratorio fueron trasladadas al exterior, comenzaron a seguir al sol desde el primer día. Esto sugiere que las plantas de laboratorio experimentaron algún tipo de recableado que les permitió adquirir esta habilidad. Además, se observó que los girasoles que pueden seguir al sol crecen mejor que aquellos que no pueden hacerlo.
Por otro lado, una vez que los girasoles alcanzan la madurez, dejan de girar y se quedan mirando hacia el oeste hasta que mueren. Esto se debe a un reloj interno que marca cuándo y cuánto deben girar. Aunque dejan de seguir al sol, los girasoles maduros desprenden un calor adicional que los hace más atractivos para los insectos polinizadores, lo que les permite reproducirse.