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Descubre las sorprendentes historias y secretos del cementerio San José de Pamplona en el Día de Todos los Santos

El cementerio de San José en Pamplona, con más de 200 años de historia, es el foco de atención durante el Día de Todos los Santos. La historiadora del arte Rosa Galbete destaca diez curiosidades sobre este cementerio. Fue construido en 1804 por orden del rey Carlos IV, quien prohibió los entierros en las iglesias. Los primeros enterrados fueron tres personas de fuera de Pamplona en 1808. La tumba más antigua pertenece al virrey José de Armendáriz y Perurena. El cementerio se convirtió en municipal en 1829 y comenzó a ser utilizado por los pamploneses. Entre los inquilinos más ilustres se encuentran el violinista Pablo Sarasate y el guitarrista Sabicas. La obra más valiosa artísticamente es el conjunto escultórico Vida y Muerte de Ramón Arcaya. El primer horno crematorio se instaló en 2000 y actualmente casi el 80% de los cuerpos son incinerados. El cementerio se ha adaptado a los nuevos tiempos, con un espacio para la población musulmana y un panteón de víctimas del franquismo.

La Real Cédula que obligó a construir el cementerio de San José

El cementerio de San José fue construido como resultado de una Real Cédula emitida el 28 de junio de 1804 por el rey Carlos IV. Esta orden prohibía la inhumación en las iglesias, una práctica común hasta entonces. Los fallecidos se enterraban junto a las iglesias o dentro de ellas, con cementerios ubicados en lugares como el atrio de la Catedral y la plaza de San Nicolás. El cementerio de San José fue finalmente inaugurado en 1808, después de que las autoridades napoleónicas respaldaran una orden del virrey que decretaba su uso para favorecer la salud pública.

La resistencia inicial de los pamploneses a usar el nuevo cementerio fue tal que se decía en broma que había que matar al primer extranjero que entrara en la ciudad. La realidad no estuvo lejos de esto, ya que los primeros enterrados en el cementerio de San José fueron tres personas de fuera de Pamplona, llevados allí por los soldados franceses de Napoleón Bonaparte que ocuparon la ciudad entre 1808 y 1813.

El cementerio de San José: un reflejo de la historia y la cultura pamplonesa

El cementerio de San José se convirtió en municipal en la primavera de 1829, y en la década de 1930 comenzó a ser utilizado por los pamploneses. Los entierros también reflejaban las divisiones de clase de la época. En 1829, un entierro de primera clase costaba 18 reales, mientras que uno de un día o pobre costaba 4 reales. Los entierros de párvulos eran los más económicos, a 2 reales. Entre los inquilinos más ilustres del cementerio se encuentran el violinista Pablo Sarasate y el guitarrista Sabicas, cuyas tumbas son testimonio de la rica tradición musical de Pamplona.

El cementerio también es el hogar de obras de arte valiosas, como el conjunto escultórico Vida y Muerte de Ramón Arcaya, situado en la entrada. Esta obra, formada por dos grandes bloques de granito, muestra el cuerpo sin vida de un joven y la figura de un hombre en actitud pensativa. Rosa Galbete, historiadora del arte, considera esta obra la más destacada de Arcaya y un gran ejemplo de su capacidad para asimilar diversas influencias.

Adaptándose a los nuevos tiempos: cremación y diversidad en el cementerio de San José

El cementerio de San José ha sabido adaptarse a los cambios sociales y culturales. En el verano de 2000 se instaló el primer horno crematorio, una práctica que ha ido ganando aceptación hasta el punto de que casi el 80% de los cuerpos son incinerados en la actualidad. Además, el cementerio ha incorporado nuevas áreas para reflejar la diversidad de la población de Pamplona. Desde 2017, cuenta con un espacio habilitado para la población musulmana, mostrando un respeto por las diferentes prácticas y creencias religiosas.

Además, en un gesto de reconocimiento y memoria histórica, el cementerio también acoge un panteón de víctimas del franquismo. Este espacio sirve como recordatorio de una época oscura de la historia española y como homenaje a aquellos que sufrieron durante ese tiempo. Con estas adaptaciones, el cementerio de San José demuestra su compromiso con la inclusión y el respeto a la diversidad, reflejando la evolución de la sociedad pamplonesa.

El futuro del cementerio de San José

El cementerio de San José sigue vivo y se adapta a los nuevos tiempos. Con una extensión de 127.390 m2, alberga unos 17.000 nichos, 2.000 columbarios, 5.000 fosas de tierra y 3.500 panteones. En él trabajan 20 personas, cuidando y manteniendo este importante espacio de la ciudad. La adaptación a las nuevas tendencias y necesidades de la sociedad es una constante en la historia del cementerio, y es de esperar que continúe en el futuro.

El cementerio de San José no es solo un lugar de descanso final para los pamploneses, sino también un reflejo de su historia, cultura y evolución social. Cada tumba, cada monumento y cada rincón del cementerio cuentan una historia, convirtiendo este espacio en un verdadero museo al aire libre. La visita al cementerio de San José, especialmente en el Día de Todos los Santos, es una oportunidad para recordar a los que se han ido, pero también para reflexionar sobre la historia y la identidad de Pamplona.