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Un estudio liderado por Rebecca Varney ha revelado que los quitones evolucionaron en cuatro ocasiones distintas, desarrollando dos tipos de ojos en su caparazón. Este descubrimiento arroja luz sobre la evolución de estos moluscos y su peculiar sistema visual.
Los investigadores compararon y analizaron el ADN de especies fósiles de quitones para reconstruir su historia evolutiva. Descubrieron que los ojos de concha evolucionaron en el Triásico y Jurásico, mientras que las manchas visuales lo hicieron en el Cretácico y el Paleógono, demostrando una evolución compleja y fascinante en estos organismos marinos.
Los nervios ópticos de los quitones pasan a través de hendiduras en su caparazón, lo que influye en la evolución de sus ojos. Aquellas especies con menos hendiduras desarrollaron menos ojos pero más complejos, mientras que las que tenían más hendiduras evolucionaron con más ojos pero más simples. Este hallazgo revela la importancia de la morfología de estos organismos en su evolución visual.
El estudio de la evolución de los quitones no solo proporciona información fascinante sobre estos moluscos en particular, sino que también contribuye al conocimiento general de la biología marina y la diversidad de formas de vida en los océanos. Los hallazgos de este estudio podrían tener implicaciones más amplias en la comprensión de la evolución de otros organismos marinos y su adaptación al medio ambiente.