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La Voyager 1 y la Voyager 2 han logrado adentrarse en el espacio interestelar, proporcionando valiosa información sobre el sistema solar y más allá. A pesar de los desafíos, estas naves espaciales continúan su misión de exploración cósmica, superando las expectativas iniciales de durabilidad.
Después de meses de problemas de comunicación, el equipo de la misión de la NASA logró enviar un empujón a la Voyager 1 que resultó en una respuesta potencialmente alentadora. La decodificación de la señal recibida abre nuevas posibilidades para comprender y solucionar el problema que ha afectado a la nave espacial.
A pesar de haber sido lanzadas en 1977 con una vida útil estimada de cinco años, las sondas Voyager han superado todas las expectativas y continúan operando décadas después. Su longevidad y capacidad para enfrentar desafíos inesperados las convierten en un testimonio de la ingeniería espacial y la exploración cósmica.
Para prolongar la vida útil de las sondas Voyager, el equipo de la misión ha tomado medidas para conservar energía y apagar gradualmente los instrumentos no esenciales. Esta estrategia ha permitido extender las misiones de estas naves espaciales más allá de lo previsto, proporcionando valiosa información científica sobre el espacio.