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Millones de personas viven bajo la pobreza extrema en Perú, un país donde el fenómeno de El Niño ha acentuado la escasez, especialmente en la región norteña de Piura. La falta de agua y electricidad en zonas como La Unión ha llevado a que el hambre sea solo una parte del problema. Las calles sin asfaltar se convierten en ríos de barro que arrasan con las precipitaciones, dificultando aún más la situación de las comunidades.
Ante esta situación, las comunidades se han organizado para llevar a cabo repartos de comida a través de ollas comunes. Esta práctica, que se hizo popular durante la pandemia, ha resurgido en zonas gravemente afectadas por las lluvias de El Niño Costero. En lugares como el asentamiento humano Ampliación de Nuevo San Vicente, las madres se turnan para preparar las comidas que alimentarán a las familias más necesitadas. Cada madre recoge su porción de comida y aporta un sol para comprar leña y agua, elementos esenciales para la preparación de alimentos.
La ONG Acción contra el Hambre está apoyando la generación de ollas comunes como herramienta comunitaria, tanto como respuesta a la emergencia actual como preparación para el próximo fenómeno meteorológico global. La organización envía mensualmente alimentos para que las comunidades puedan preparar las raciones necesarias. Además, promueven la higiene, el manejo seguro de alimentos y la organización comunal para generar redes de soporte.
Las últimas predicciones indican que a final de año se esperan fuertes lluvias debido al fenómeno de El Niño Global. Esto genera preocupación en las comunidades, ya que saben lo difícil que es acceder a ellas durante las lluvias. La directora de Acción contra el Hambre en Perú, América Arias, advierte que la situación de crisis múltiple que se vive en el país, agravada por El Niño Costero y la pandemia de COVID-19, empeorará con la llegada del fenómeno meteorológico. La falta de acceso regular a alimentos suficientes y nutritivos afecta a más de la mitad de la población peruana, según la ONU.
En conclusión, Piura está luchando contra la pobreza extrema y el hambre mediante la implementación de ollas comunes. Estas comunidades se organizan para repartir comida a aquellos que más lo necesitan, especialmente en momentos de crisis como las lluvias de El Niño. Sin embargo, la preocupación por el futuro persiste, ya que se espera que el fenómeno de El Niño Global empeore la situación de escasez en la región. Es fundamental que se siga brindando apoyo a estas comunidades vulnerables para garantizar su bienestar y seguridad alimentaria.