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No podía ser más oportuna esta comedia francesa al haberse estrenado solo una semana antes que The Batman y tener como protagonista a un sosias patoso. Las líneas básicas de su argumento son realmente jugosas; no obstante, alterna gags desternillantes, que incluyen referencias reconocibles a títulos muy taquilleros, con otros gratuitamente groseros. Los aficionados al género con sentido del humor sabrán apreciar el ingenio volcado en las diferentes caricaturas que se suceden en pantalla. Aun así, el resultado no cumple todas las expectativas.
Cédric sueña con triunfar en el cine, mientras sobrelleva la ruptura con su novia. De momento, únicamente ha alcanzado cierta popularidad gracias al spot televisivo de unos preservativos. La oportunidad deseada se presenta cuando inesperadamente le dan el papel principal de Badman, una producción barata que pretende emular a los éxitos hollywoodenses. Sin embargo, tras sufrir un accidente vestido de superhéroe, pierde la memoria y acaba creyéndose que es el auténtico justiciero nocturno.
La careta de apertura, parecida a la utilizada por Marvel en sus películas, y las notas musicales que la acompañan ya avanzan unas intenciones abiertamente paródicas. Los primeros minutos se presentan prometedores y deparan algunas de las mejores secuencias del film, apuntando el conocimiento del terreno por el que se mueve. Superados los preámbulos, la errática aventura del intrépido actor amnésico gana hilaridad con las consustanciales escenas de acción, que sirven a la perfección para componer disparatados y tronchantes episodios, donde la realización demuestra el dominio del slpastick. Spider-Man, Joker y Los Vengadores se reinterpretan con chispa.
La agilidad y buenas sensaciones que provocan esas peripecias se ven perjudicadas por situaciones escatológicas, pueriles y desangeladas, introducidas arbitrariamente. La mayoría corren a cargo de unos secundarios mal perfilados y en ocasiones encajados con dificultad. Solamente en los últimos compases adquieren una relevancia apreciable. Al explosivo desenlace sigue un sorprendente epílogo que, cuanto menos, abrocha la historia dignamente.
De los apartados técnicos, en general, cabe destacar la inventiva volcada a la hora de materializar los requerimientos que exigía esta sátira, cumpliendo su cometido sin caer en lo aparatoso.
Philippe Lacheau (Se nos fue de las manos) vuelve a ponerse detrás y delante de la cámara, acreditando su vis cómica, pero el guion que firma acusa bruscos vaivenes.