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Críticas de cine: LA VIDA DE LOS DEMÁS

El director iraní Mohammad Rasoulof se ha atrevido a llevar al cine cuatro historias en torno a la aplicación de la pena de muerte en su país. El riesgo le ha valido una condena de arresto domiciliario, pero también el reconocimiento del Festival de Berlín, donde consiguió el Oso de Oro. La película, en conjunto, constituye un drama duro y meritorio que invita a la reflexión, ofreciendo perspectivas complementarias e igualmente interesantes desde la impotencia, el coraje y las secuelas psicológicas.

El primer capítulo puede parecer, a priori, el menos estimulante. Heshmat sale de un recinto vigilado por la policía y recoge a su familia. A partir de ahí asistimos a sus rutinas domésticas; nada fuera de lo normal. Sin embargo, cuando empieza a resultar demasiado insustancial, sorprende con su tremebundo desenlace, que pone luz a cuanto le precede. Indudablemente depara la escena más espeluznante e impactante de la cinta, aunque sea necesaria para reforzar su mensaje.

Cambia el tono en el brillante episodio que le sigue: Amir, un recluta en pleno servicio militar, ha sido destinado a la unidad de verdugos de una cárcel y se niega a ejercer como tal. Sus jóvenes compañeros intentan calmarle. La secuencia del habitáculo, en la que los soldados charlan sobre su desagradable cometido, contiene unos diálogos brillantes. Mediante esas conversaciones toma forma la impecable denuncia que exhibe. Inesperadamente, este fragmento deriva hacia los terrenos del thriller asfixiante.

Los dos últimos relatos, algo alargados, se centran en el desasosiego interior e imborrable que conlleva la manera de reaccionar ante una indeseable obligación legal impuesta sin posibilidad de renuncia. Explota debidamente los dilemas morales y sus consecuencias a través de unos secretos que acaban dinamitando la convivencia de los personajes involucrados en cada caso.

Se trata de un film difícil de recomendar por su contundencia, si bien son innegables los méritos que acumula, extensibles a los apartados técnicos y artísticos. El elenco de actores, desconocidos en Occidente, muestra una naturalidad y oficio formidables, contribuyendo a dotar de realismo las imágenes.

Este estreno se suma a las buenas producciones persas que han llegado las últimas semanas a nuestra cartelera: Yalda, la noche del perdón e Hijos del sol.